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Concluye la Semana de OraciĆ³n por la Unidad de los Cristianos

San AgustĆ­n viviĆ³ en una Iglesia fracturada. La Iglesia del norte de Ɓfrica desde el aƱo 311 vivĆ­a dividida por el cisma donatista, surgido como una consecuencia de la persecuciĆ³n de Diocleciano (303-305). Una vez terminada la persecuciĆ³n se tratĆ³ la siempre difĆ­cil cuestiĆ³n del perdĆ³n a los que habĆ­an apostatado de la fe durante la persecuciĆ³n.

Por su parte, los que llegarĆ­an a ser llamados los ā€œdonatistasā€, afirmaban que quienes habĆ­an apostado de la fe no merecĆ­an seguir perteneciendo a la Iglesia, y si eran sacerdotes u obispos habĆ­an perdido al EspĆ­ritu Santo. A partir del aƱo 311 habrĆ­a dos obispos en casi todas las ciudades del norte de Ɓfrica, y la Iglesia vivirĆ­a una terrible divisiĆ³n que afectĆ³ no solo el orden eclesiĆ”stico, sino tambiĆ©n a las familias divididas entre catĆ³licos y donatistas, y el mismo orden civil, ya que los donatistas tuvieron un grupo armado para amedrentar a los catĆ³licos y obligarlos a pasarse a la parte donatista, llamado los circumcelliones.

San AgustĆ­n al vivir en este contexto de una inveterada divisiĆ³n de la Iglesia serĆ” el gran apĆ³stol de la unidad y de la paz dentro de la Iglesia. Como obispo catĆ³lico de Hipona multiplicĆ³ sus esfuerzos por dialogar con el obispo donatista de su misma ciudad. No obstante, los obispos donatistas de su propia diĆ³cesis nunca aceptaron, y nunca se sentaron a dialogar con san AgustĆ­n.

De este modo san AgustĆ­n demostrarĆ” fundamentalmente tres cosas. En primer lugar, la validez de los sacramentos. En segundo lugar, frente a la pretensiĆ³n de los donatistas de ser la ā€œIglesia de los santosā€, san AgustĆ­n destaca que la Iglesia mientras es peregrina en esta tierra es una mezcla de buenos y malos, de santos y pecadores, como afirma el evangelio en sus parĆ”bolas, como la del trigo y la cizaƱa (Mt 13, 24-48). Finalmente, san AgustĆ­n destacarĆ” que la Iglesia donatistas no es una Iglesia perseguida y mĆ”rtir, pues los mĆ”rtires verdaderos son aquellos que dan su vida por amor, y no como fanĆ”ticos como sucedĆ­a con los donatistas, quienes se suicidaban para convertirse en falsos mĆ”rtires. Por ello san AgustĆ­n afirmarĆ” lapidariamente: ā€œal mĆ”rtir lo hace la causa no la penaā€ (s. 94A, 1).

Finalmente, para san AgustĆ­n el fundamento de la unidad es la misma Trinidad, en donde a pesar de la diversidad de personas y sus diferencias existe unidad esencial debido a la fuerza vinculante del amor.

Estas son las siete ideas de San AgustĆ­n sobre la unidad:

  1. La unidad implica el respeto a la diversidad

San AgustĆ­n no abogaba por la uniformidad en la Iglesia, sino por permitir que cada miembro aporte su don y carisma. Comparaba la Iglesia con una tela multicolor, en la que hay hilos de diversos colores donde la variedad enriquece la unidad. AsĆ­ la Iglesia unida se transforma en una Schola amoris, en una Escuela de amor, donde los unos aprendemos de los otros y nos enriquecemos mutuamente, creciendo juntos hacia Dios.

  1. La unidad es fruto de la caridad

La unidad, segĆŗn San AgustĆ­n, se fundamenta en el amor. No puede haber unidad si no hay amor. El amor ā€œlo cree todo, lo espera todo lo aguanta todoā€ (1 Cor 13, 6). Destacaba que la caridad, la unidad y la paz estĆ”n interconectadas. Si falta uno, faltan los otros, y si hay uno, los otros dos necesariamente estĆ”n presentes. Es preciso orar para crecer cada vez mĆ”s en el amor y la caridad para poder edificar la unidad en la Iglesia.

3.La unidad es un don del EspĆ­ritu, vĆ­nculo de amor en la Trinidad y entre los creyentesĀ 

La unidad es un regalo del Espƭritu Santo, el cual personifica el amor en la Trinidad. San Agustƭn ve la Trinidad como modelo para la comunidad humana, que vive en unidad perfecta. Por otro lado, para san Agustƭn la unidad dentro de la Iglesia, ademƔs de ser un don es una realidad dinƔmica en un doble sentido. En primer lugar, porque es algo que se debe edificar todos los dƭas, y por otra parte es una realidad que orienta a la comunidad de creyentes hacia el mundo y hacia Dios.

  1. El hombre fracturado debe unificarse a sƭ mismo para poder despuƩs edificar la unidad

San AgustĆ­n seƱala que cada individuo debe reconocer sus fracturas internas causadas por el pecado. La unidad comienza con la unificaciĆ³n personal, permitiendo que la gracia de Dios cure las divisiones internas.

  1. La unidad es un proceso de conversiĆ³n para superar las diferencias

San AgustĆ­n destaca que la gran causa de divisiĆ³n es la soberbia. Por ello la conversiĆ³n implica dejar de lado los elementos humanos que nos separan y dividen y buscar lo que es de Cristo, fomentando todo aquello que nos une y relativizando y distinguiendo lo que nos separa. Poder edificar la unidad exige un proceso serio de conversiĆ³n.

  1. La unidad implica un diƔlogo abierto y sincero para superar las diferencias

San Agustƭn abogaba por el diƔlogo continuo con los donatistas, destacando que escuchar abierta y respetuosamente era esencial. El diƔlogo implica caridad y amor, ayudando a superar las diferencias sin comprometer los fundamentos de la fe.

  1. La unidad para que el mundo crea

La unidad de la Iglesia es un testimonio vivo que invita a creer en Cristo. Para san AgustĆ­n la unidad de la Iglesia es un signo vivo que debe invitar a todos a creer en Cristo. El Obispo de Hipona seƱalaba que es importante no dividir el cuerpo de Cristo, y que quienes celebramos los mismos sacramentos estemos unidos en el mismo cuerpo: ā€œSon hermanos nuestros, que celebran los mismos sacramentos, aunque no con nosotros, pero son los mismos; responden el mismo AmĆ©n, aunque no unidos a nosotros, pero es el mismoā€ (en. Ps. 32, 2, 2, 29)

Ā La unidad serĆ­a el mejor testimonio ante el mundo y que, como decĆ­a san AgustĆ­n, quienes tenemos una misma Cabeza, que es Cristo, podamos formar un solo cuerpo, unido por el amor.