MORAZA RUIZ DE AZÚA, MONS. JESÚS
Provincia San Nicolás de Tolentino
Año de ordenación episcopal 1994 Lema Da quod jubes et jube quod visFORMACIÓN
DESTINOS Y CARGOS OCUPADOS
El 21 de agosto de 1970 llegaba a Lábrea en compañía de otros seis voluntarios, a quienes la orden confió la tarea de reavivar aquella misión que estaba atravesando un momento crítico. Desde ese momento Lábrea se convirtió en el horizonte de su vida. Sólo cinco años ha residido fuera de ella. Uno lo dedicó a actualizar sus estudios teológicos en el Instituto León XIII de Madrid (1989-90); y los cuatro restantes (1990-94), al trabajo pastoral en la nueva parroquia de Getafe, donde también actuó de profesor en uno de sus Institutos. En ella le llegó en enero de 1994 la noticia de haber sido nombrado obispo prelado de Lábrea y en su catedral diocesana recibió dos meses más tarde, el 19 de marzo, su ordenación episcopal de manos del nuncio en España, monseñor Mario Tagliaferri.
La ordenación episcopal divide su trayectoria labrense en dos etapas. En la primera, de 19 años de duración, trabajó como misionero de campo, al principio en Tapauá (1970-75), y luego en Lábrea. Aquí alternó el trabajo en la sede parroquial con la ayuda circunstancial a otras parroquias (Pauiní en 1979, Tapauá en 1980) y salidas periódicas a los ríos, como miembro del equipo encargado de visitar las comunidades desparramadas por los ríos e “igarapés” de la prelatura. Fue también vicario general de la prelatura, coordenador de la pastoral (1983) y delegado provincial de los religiosos. En 1985 le tocó afrontar las consecuencias del asesinato de la hermana Cleusa Coelho, cuyo cadáver él mismo encontró el 3 de mayo, a los seis días del trágico acontecimiento.
En la segunda etapa su trabajo tiene un perfil más administrativo. Sin descuidar otros campos, se ha centrado en la ejecución de las prioridades señaladas en las asambleas que la prelatura celebra con regularidad desde 1983. La séptima, celebrada en julio de 1998, señaló tres objetivos: la pastoral familiar, la formación de laicos y la atención a la niñez. Y ésos son los que han absorbido sus principales energías. Fruto del último es la consolidación de los centros Esperanza de Lábrea y Tapauá; y el segundo se concretó en la organización de cursos de formación para laicos de un mes de duración. El primero tuvo lugar en 1999 y el segundo, en 2000.